lunes, 17 de julio de 2017

SENTIDO EN LA PROPIA FELICIDAD

La felicidad es, para muchas personas, lo que da sentido a la vida; una vida vale la pena cuando se es feliz. Las diferencias están en la definición de felicidad y en las maneras de conseguirla. Platón, por ejemplo, la ataba al conocimiento, la vida tenía sentido como una constante búsqueda del conocimiento verdadero, un acercamiento a la idea, que proporcionaba a la vez felicidad y sabiduría (el sijismo también considera la vida como un eterno aprendizaje que proporciona sentido). Conseguir la virtud ha sido sinónimo de auténtica felicidad (eudaimonia) y de sentido de la vida para la mayoría de pensadores en ética (sólo varía la concepción de lo que es bueno).


En el siglo XX, con el auge del relativismo, se abandonaron gran parte de las concepciones comunes, para afirmar que la vida sólo tiene sentido para cada persona. La búsqueda de la propia felicidad es un camino individual, diferente en cada uno, ligado a la libertad ya la autorrealización (Abraham Maslow). Sólo los propios actos y de la consideración de que estos merezcan, así como el número y calidad de objetivos alcanzados (o sueños ), puede dar sentido a la existencia y una misma situación puede ser percibida como carente de significado o como muy llena por diferentes personas.
El humanismo y las filosofías afines recogen esta concepción personal del sentido y propósito de la vida y subrayan su carácter inmanente, racional y humano, frente autoridades externas o metafísicas.

 Para Viktor Frankl la voluntad de sentido, pero del propio sentido, es lo que caracteriza al ser humano incluso en situaciones extremas (su logoterapia nace de los campos de concentración del nazismo). Así la construcción del sentido de la vida es la principal motivación de la persona, frente al deseo de placer de Freud o de poder de Nietzsche, y esta construcción de sentido es justamente la que da sentido a la existencia.

Brevario de la Srta.Susana (Filófofa) 

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