domingo, 29 de abril de 2018

SEXOLOGíA Y DOMINIO PROPIO


                            
Central Christian University


Sexología y dominio propio




Alumno: Lic.Prof. Carlos Ariel Montenegro



Abril 2018

Índice
Introducción…………………………………………………………………………..3
Tópico 1………………………………………………………………………………4
Tópico 2………………………………………………………………………………5
Tópico 3………………………………………………………………………………7
Tópico 4………………………………………………………………………………9
Tópico 5……………………………………………………………………………..12
Tópico 6……………………………………………………………………………..14
Tópico 7……………………………………………………………………………..16
Tópico 8……………………………………………………………………………..18
Conclusión…………………………………………………………………………..19
Bibliografía…………………………………………………………………………..20











Introducción
     El presente trabajo de investigación abordará el tema de la sexualidad humana y conceptos que remiten a ésta, como la excitación, el amor, las fuerzas vinculares, la comunicación y relaciones, técnicas sexuales y patrones de conducta; asimismo, se definirá el dominio propio, cuyo valor es imprescindible para controlar los apetitos sexuales y mantener una sexualidad sana.
     Es así que se desarrollarán ocho tópicos, donde se dejará en claro la relación existente entre el dominio propio y la sexualidad humana, desde la perspectiva psicológica y de la religión.
     Para el mismo, se hará uso del libro Sexualidad humana[1], de Spencer Rathus y colaboradores, junto con bibliografía complementaria, llegando a una conclusión acerca del aprendizaje fundamental del dominio propio para aplicar en la vida y en la sexualidad, específicamente.











Tópico 1
¿Qué se entiende por dominio propio?
    El dominio propio es una virtud, consistente en poder controlar nuestros actos, nuestras emociones y pasiones. Es importante en la vida de las personas porque, si es bien utilizada, la persona tendría la capacidad de elegir su vida como quiere vivirla, teniendo en cuenta sus límites para no caer en peligros que podrían perjudicarla. Ante situaciones de malestar, cuando el individuo puede sentirse dominado por el odio, la agresión, siendo presa fácil de las tentaciones hacia actos indebidos; el dominio propio le permitiría al sujeto controlar sus emociones, tranquilizarse y pensar en las consecuencias de sus actos, tomando así la decisión más correcta para su comportamiento.
     Para un cristiano, no se trata sólo de hacer las mejores elecciones para nuestro camino, sino tratar de no violar la ley de Dios, resistiendo a las tentaciones. Toda acción comienza en la mente y tener dominio propio implica tener control absoluto de nosotros mismos, “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).
    El dominio propio es fundamental en la vida de los seres humanos, para poder vivir sin rencor, sino alimentando el amor a sí mismo, a Dios y a los semejantes; de esta forma, el sujeto que cuente con dominio propio tendrá la oportunidad de alejarse del mal, buscando mejores relaciones con los demás, buscando la paz en ámbitos conflictivos o ante situaciones estresantes, colaborar con los otros, tolerar las diferencias y los desatinos ajenos; principalmente, mantenerse fiel a Dios, mostrando misericordia y amor.
      Sostiene Amsterdam (2017) que el dominio propio implica que los individuos deben controlar sus deseos y actuar con moderación frente a los impulsos que surgen en su cotidianeidad; algunos de ellos es mejor dejarlos a un lado y otros mesurarlos. Este autor argumenta en base a la Biblia que parte de la tarea del cristiano para acercarse a Jesús es adquirir la capacidad de control y dominio de las emociones y pasiones, mediante otra virtud: la tolerancia.
     “…Cada uno de nosotros tiene en su mente y corazón elementos negativos con los que batalla, los cuales podemos limitar o refrenar por medio de la gracia de Dios y con la ayuda del Espíritu Santo, al igual que nuestra voluntad de ejercer autocontrol sobre ellos…”[2]
     El dominio propio se vincula a una fortaleza interior que capacita a los sujetos a tener autocontrol sobre sus deseos y tener un buen juicio en cuanto a los pensamientos y emociones, actos y elecciones de vida. Tener un sano juicio permite a la persona determinar la forma correcta de actuar frente a las diferentes dificultades que suelen emerger en el día a día; y el dominio propio le posibilita tener la fuerza necesaria para enfrentar la situación eligiendo la opción más adecuada; porque si bien el pensamiento puede dictar lo que está bien y lo que está mal, si la persona no cuenta con ese dominio propio puede que no se lleve por lo que le dicta su razón, sino su impulso, optando por el camino equivocado.
     En este sentido, se admite una relación entre el sano juicio y el dominio propio, siendo ambos imprescindibles para la vida en sociedad. Según Bridges (1995), el dominio propio consiste en el empleo de la fortaleza interior combinado con un buen criterio que nos posibilita pensar, hacer y decir las cosas que agradan a Dios.

Tópico 2
¿Qué es sexualidad humana?
     La sexualidad es el conjunto de condiciones que determinan el sexo del ser humano y del animal (macho o hembra, hombre o mujer), de la misma forma que la sexualidad agrupa a la identidad de género, las características anatómicas y culturales que se vinculan con cada sexo. Desde el punto de vista cultural, la sexualidad es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a la búsqueda del placer.
      Según Rathus (2005), la sexualidad humana determina la forma en que los individuos experimentan y se expresan como seres sexuales.
     La sexualidad es parte de la vida social; en la antigüedad era considerada como un tabú, era un área de las ciencias sociales hermética, que se limitaba a la clasificación de especies, la sexualidad era comprendida como parte del instinto entre ambas partes. La sociedad actual ha superado grandes tabúes relativos a la manera en la que se comportan los seres humanos, también se ha dado libertad al pensamiento y a las posibilidades de abrir nuevos horizontes a culturas antes prohibidas. El sexo es ahora visto desde el punto de vista ético y moral, representando un punto ecuánime en la ecuación de la vida.
     Existen diferentes perspectivas acerca de la sexualidad humana. Desde el punto de vista biológica, la sexualidad se centra en las hormonas, genes y órganos sexuales, principalmente; y la misma sirve para la reproducción. Desde la óptica evolucionista, se habla de plasticidad erótica para dar cuenta que la sexualidad humana se expresa de diferentes maneras, al tiempo que el control sexual se aborda en distintos niveles. Es así que las mujeres varían su comportamiento sexual más que los hombres y son más responsables en cuanto a la permisividad o restricción, mientras que los varones son más coherentes que las mujeres con sus actitudes sexuales.
     Por otra parte, desde el punto de vista transcultural, la sexualidad es influida por las creencias culturales, las cuales ya existían desde antes del nacimiento del sujeto y lo marcan a lo largo de su vida, en forma de mensajes, educación, sermones. Desde la psicología, la sexualidad humana es considerada de manera más amplia, centrándose en influencias psicológicas que afectan el comportamiento sexual, así como experiencias infantiles que pueden haber marcado al niño y trasladarse a su adultez en forma de conflicto sexual.
     Según Freud, la sexualidad humana existe desde el nacimiento y se desarrolla en diferentes etapas a lo largo de la vida. Cada una de estas etapas tiene una zona erógena, que es aquella zona del cuerpo que produce placer en el sujeto. Se comienza con la etapa oral, cuya zona erógena es la boca, y el niño disfruta en ella de la succión del pecho materno como de otros elementos, llevándose objetos y los dedos a la boca como signo de placer. La etapa que continúa es la anal, cuya zona erógena es el ano porque el niño aprende a controlar sus esfínteres y disfruta jugando con sus heces y con la práctica de contener y expulsar. La tercera es la etapa fálica, cuya zona erógena son los genitales, ya que el niño descubre la diferencia entre el niño y la niña, descubre su cuerpo y siente placer con su contacto. Luego de estas etapas, cuando el niño ingresa en la escuela, surge un periodo de latencia, con el nacimiento de diques anímicos como la vergüenza, el asco y la moralidad, por lo cual ya no manifiestan externamente su sexualidad y no tienen zona erógena, sino que subliman su placer en actividades aceptadas socialmente, como el estudio y el deporte. Ya llegado a la pubertad, el niño entra en la última etapa, que es la genital, donde ya está preparado para comenzar su vida sexual y hacer una elección de objeto.
     Por otra parte, “…las teorías psicológicas pusieron de manifiesto que la sexualidad está influida por las recompensas, los castigos y los procesos mentales como la fantasía, los pensamientos, las actitudes y las expectativas…”[3] de esta forma, podemos decir que la sexualidad está influida por diversos factores que determinan el comportamiento sexual. La vida sexual adulta está influida por la educación y las experiencias en la infancia y la adolescencia.
     La sexualidad humana es una función compleja, que se puede manifestar de muchas formas en las personas y va evolucionando con el tiempo en las diferentes etapas de la vida. En la actualidad, se considera que la sexualidad no sólo es una función para la reproducción, sino también un intercambio de amor y una comunicación entre las parejas.
     En el ser humano, la sexualidad ha pasado de ser una manifestación sólo instintiva y al servicio de la reproducción, para enriquecerse con nuevos comportamientos, ligados a la intimidad, la afectividad, la elección de pareja, los cuidados, el amor y el placer. Es así que la capacidad de procrear ha pasado de ser un instinto natural a una elección profunda y consciente de cada pareja.

Tópico 3
¿Por qué es importante la combinación de dominio propio y sexualidad?
     Challies (2017) expresa que el mundo actual está dominado por la incontinencia sexual, puesto que la expresión sexual y el placer carnal se consideran derechos incuestionables. A los niños que no tienen la edad suficiente para comprender sus cuerpos se les anima a explorar, lo cual se vincula con la óptica psicológica, especialmente la de Freud. “…Desde una edad temprana, a los niños se les enseña que cualquier cosa consensuada debe ser ética y que reprimir el deseo sexual es mucho más dañino que expresarlo. A los adolescentes se les dice que la abstinencia es pasada de moda y que cualquier expresión sexual es un juego justo siempre que ellos usen protección…”[4]
     Tomando en consideración este panorama en el cual se celebra la sexualidad sin consciencia y sin cuidados, es importante vincular la sexualidad con el dominio propio, intentando fomentar, principalmente en los jóvenes que aún se están formando, el cuidado y respeto por su propio cuerpo, la capacidad de elegir un objeto de amor y de deseo dejando a un lado la promiscuidad.
     El dominio propio es una virtud de belleza poco común, el resultado prometido de una relación con Dios (Challies, 2017). “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio” (Gálatas 5:22-23). El dominio propio es la clave de lo que es bueno y satisfactorio, ya que aleja al individuo de las tentaciones y lo dirige hacia las fuentes de los placeres más elevados. Estos placeres, lejos de la sexualidad promiscua, se acercan al amor, a las relaciones y la comunicación, al control de los impulsos y pasiones vacuas, para alcanzar por el contrario una relación afectiva más plena y consciente.
     Desde el punto de vista religioso, Dios es el creador del don de la sexualidad y el que ha definido su propósito y ha determinado sus límites. Por lo cual, hay que hacer uso de ella con respeto y amor. Cuidar ese don que Dios regaló a los hombres y mujeres para el fin de la reproducción.
     Si bien en la actualidad, la sexualidad es percibida de forma más amplia y no sólo con el fin reproductivo; ésta debe ser respetada y aplicarse con cuidado y consideración para evitar caer en placeres que no llevan a nada o consecuencias indeseadas.
     El dominio propio es útil para aplicar en el tema de la sexualidad humana porque permite tener mayor conocimiento de uno mismo y su cuerpo, de las relaciones con los demás y de las decisiones que pueden afectar su vida. Posibilita tener control de las pasiones y apetitos sexuales para evitar complicaciones que pudieran afectar a la salud física, emocional y espiritual.
     A su vez, el dominio propio ayuda a las personas a decidir sin coacción, a tener relaciones sexuales sin violencia y disfrutar de la sexualidad no sólo pensado como acto sexual, sino como compañía afectiva y amor. La educación sexual es necesaria para fomentar esa capacidad en los más jóvenes y que sus vidas obtengan un sentido diferente.
     El individuo que tenga dominio propio tomará sus decisiones en base al respeto a sí mismo y a los demás. La persona que no puede rechazar una oferta sexual o que no se siente a gusto con su cuerpo o sexualidad, entonces tampoco tendrá mucho para dar en la relación sentimental con su pareja.
     En épocas donde se habla mucho acerca de los abusos sexuales, el dominio propio permitiría no acercarse a desconocidos y cuidar su cuerpo, intentando que su cuerpo no sea objeto de deseo como un regalo para cualquiera, sino que sea percibido como un tesoro que es necesario proteger para disfrutarlo con plenitud y conciencia.
     En la actualidad, también se debate sobre el tema del aborto, y el dominio propio posibilita a las mujeres a decidir tener relaciones sin su consentimiento, de cuidar su cuerpo para no engendrar niños no deseados y tomar las decisiones equivocadas. La fortaleza de quien domina su sexualidad le permite elegir sabiamente, conocer su cuerpo, tener los recaudos necesarios para evitar consecuencias indebidas y mantener relaciones saludables en base a una sexualidad segura y plena.

Tópico 4
Hablar sobre la excitación, respuesta humana y dominio propio
    El mecanismo de la sexualidad se basa en mecanismos fisiológicos muy precisos. Tanto en el hombre como en la mujer, cuando se produce la respuesta a un estímulo sexual, tienen lugar una serie de fenómenos que preparan al cuerpo masculino y femenino para el acto sexual.
     La respuesta sexual se caracteriza por una sucesión de cambios fisiológicos, sobre todo en los genitales: a la fase inicial de excitación, durante la cual se modifican los órganos genitales, le sigue la de máximo placer y el proceso termina con la vuelta del cuerpo al estado de reposo.
     Al respecto, Master y Johnson desarrollan las cuatro fases de la respuesta sexual humana. La primera de ellas es la fase de excitación en la cual se produce la erección en el hombre y la lubricación vaginal en la mujer. La piel puede adquirir un rubor sexual en esta fase, que consiste en un sarpullido rojizo que aparece en el pecho. Luego, continúa una fase de meseta que se caracteriza por el aumento de la vasocongestión, de la tensión muscular, del ritmo cardíaco y la tensión arterial, preparando al cuerpo para el orgasmo. La tercera es la fase orgásmica. En el varón, esta fase tiene dos estadios: a) se contraen los conductos deferentes, las vesículas seminales, el conducto eyaculatorio y la próstata; b) el esfínter externo de la vejiga se relaja, permitiendo el paso del semen. Las sensaciones de placer se relacionan con la fuerza de las contracciones y la cantidad de fluido seminal. En la mujer, el orgasmo se produce debido a contracciones de los músculos pélvicos que rodean el cuerpo de la vagina. La cuarta y última fase es la de resolución; el hombre pierde la erección en dos fases y los testículos y el escroto vuelven a su tamaño normal, mientras que en la mujer disminuye la hinchazón de los pezones y el rubor sexual, el clítoris vuelve a su tamaño normal.
     El periodo refractario es el periodo de tiempo que sigue a la respuesta (por ejemplo, orgasmo), durante el cual la persona no es sensible a los estímulos sexuales.
     Tras la excitación que nace en la pareja como consecuencia del contacto corporal, en los órganos sexuales se producen ciertas alteraciones: aumentan el tamaño del pene, su rigidez y dureza (erección) y la vagina se lubrifica y se dilata. Los estímulos sexuales más corrientes son visuales y táctiles, además de un ambiente especial, ciertos olores, palabras y sensaciones que llevan a la excitación.
     La excitación en la mujer se produce por el aumento de flujo de sangre en los órganos genitales, causando la secreción del líquido vaginal y el aumento de la sensibilidad en la entrada. Esta excitación suele producirse a causa del frotamiento del clítoris y otras zonas del cuerpo. En el hombre, la excitación se manifiesta por la erección, que se debe también al aumento del flujo de sangre en el pene. La erección es un acto reflejo nervioso ante un estímulo sexual físico o psíquico, que no depende de la voluntad, pero una vez alcanzada el hombre la puede mantener durante algún tiempo.
     La excitación se manifiesta en las zonas erógenas, las cuales son partes del cuerpo especialmente sensibles a la estimulación sexual táctil. Hay zonas erógenas primarias y secundarias. Las primarias son particularmente sensibles porque a ellas llegan gran cantidad de terminaciones nerviosas. Las secundarias se vuelven eróticamente sensibles a través de la experiencia.
     Asimismo, se podría decir que la excitación está vinculada a las feromonas, sustancias químicas que son enviadas al hipotálamo, donde podría afectar la respuesta sexual. Esta sustancia incrementa el atractivo sexual. Las hormonas sexuales tienen efectos organizadores y activadores sobre la conducta, ejercen una influencia en el tipo de conducta que se expresa, la frecuencia o intensidad del impulso que motiva la conducta y la habilidad para llevar a cabo esa conducta. Las hormonas sexuales predisponen a las personas a tener conductas estereotipadas masculinas o femeninas (un efecto organizador). También facilitan la respuesta sexual e influyen en el deseo sexual (efectos activadores).
     La estimulación genital directa puede activar reflejos en la médula espinal que producen la erección en el hombre y la lubricación vaginal en la mujer sin la intervención directa del cerebro. Sin embargo, los mismos reflejos pueden ser activados por la estimulación que se origina en el cerebro en forma de recuerdos eróticos, fantasías, imágenes y pensamientos. El cerebro también puede inhibir la sensibilidad sexual, como cuando se experimenta culpa o ansiedad en una situación sexual.
     Las diferentes zonas del cerebro, en especial la corteza cerebral y el sistema límbico, juegan papeles clave en el funcionamiento sexual. Las células del córtex cerebral transmiten mensajes cuando el individuo experimenta pensamientos sexuales, imágenes, deseos, fantasías, etc. Las células del córtex cerebral interpretan la información sensorial como activadores o inhibidores sexuales. Asimismo, transmiten mensajes a través de la médula espinal que envían sangre rápidamente a los genitales, provocando la erección o la lubricación vaginal. El córtex también permite los juicios morales y la evaluación de la conducta sexual, juzgando si la conducta sexual es apropiada o inapropiada, moral o inmoral, si es fuente de relajación o de ansiedad.
     El sistema límbico también juega un papel en los procesos sexuales, sin embargo, las personas están influidas por lo aprendido, por las fantasías y los valores, además de por la simple estimulación del cerebro (o de la médula espinal).
     En este sentido, el dominio propio ayudaría a esta función del córtex, discriminando entre las respuestas sexuales que perjudican la vida de las personas y las que no. Esta capacidad podría regular las excitaciones, si bien éstas no son voluntarias, pero permite que las personas puedan manejar su respuesta sexual frente a los estímulos excitantes que tenga enfrente. La respuesta humana es biológica, pero también depende de la educación y la experiencia, por lo tanto, se puede pensar que el dominio propio beneficiaría al individuo en cuanto puede dar una respuesta cercana a sus deseos e inclinaciones, pero sujeto a la voluntad y al poder de decidir libremente lo que le parece más adecuado o no para su experiencia sexual.

Tópico 5
Hablar sobre atracción y amor, fuerzas vinculares y dominio propio
     Los sentimientos de atracción son fuerzas psicológicas que atraen a las personas. Muchos factores influyen en la atracción personal: la apariencia física es uno de ellos. Sin embargo, a otras personas puede atraerles la inteligencia, la sinceridad, la bondad y otras características que forman parte de la personalidad.
     El atractivo físico es determinante en la atracción interpersonal y sexual, siendo para muchas personas el factor clave a la hora de elegir una pareja. En la sociedad actual, en la cual abundan los personajes públicos que muestran sus cuerpos esculturales y donde se suele privilegiar el consumo de alimentos y suplementos del cuidado del cuerpo, la apariencia física llega a ser muy importante en la atracción. Sin embargo, no es el único factor que despierta atractivo. Las mujeres suelen sentirse atraídas por los hombres socialmente influyentes, extrovertidos y expresivos.
     “…Aunque las cualidades personales pueden tener un rol más importante en la determinación de las preferencias por una pareja, en las relaciones a largo plazo, el atractivo físico probablemente juega un papel de filtro…”[5]
     Según Nevid, las mujeres dan más importancia al ingreso, el status profesional, la expresividad, la amabilidad, la consideración, la confianza y el cariño por los niños. Mientras que los hombres se sienten más atraídos por el atractivo físico, la juventud, la habilidad para cocinar y la frugalidad. Estos rasgos son determinantes para la elección de una pareja.
     Por otro lado, existe la perspectiva de la hipótesis del emparejamiento, que consiste en que las personas desarrollan relaciones románticas con personas similares a ellas en atractivo, no sólo físico, sino también en base a la inteligencia y a la personalidad. Otro criterio de atracción y elección de pareja es la reciprocidad, porque el individuo tiende a acercarse y a ser más cálido con personas con intereses y características similares.
     La atracción puede llevar a sentimientos amorosos. El amor de pareja es un sentimiento, un estado estable de satisfacción por permanecer con la persona elegida. Ese sentimiento guía los pensamientos y las conductas dentro de la relación. Una pareja estable que se ama, experimenta emociones intensas hacia el otro (deseo, entusiasmo, ilusión), pero lo habitual es que sienta confianza, admiración, armonía, orgullo y bienestar al pensar en el ser amado.
    Existen diversas razones por las que una pareja se une y permanece unida una vez pasada la etapa del enamoramiento. John Alan Lee ha teorizado que toda persona tiene tres necesidades básicas que requieren de satisfacción: compañía, recreo y pasión. Basándose en ellas, ha diferenciado seis tipos de amor.
     El primero de ellos es Eros, el amor basado en el componente erótico, se inicia y se desvanece de forma rápida, porque sólo los une lo sexual. El segundo tipo de amor es Storge, desencadenado por el afecto, la simpatía mutua y la amistad, teniendo una relación tranquila, estable y sólida. El tercer tipo es Ludus, donde se prioriza la diversión, la capacidad de sorprenderse y de entusiasmarse, pero es un amor que carece de solidez. El cuarto es Manía, relación apasionada, intensa que se vive con absoluta exigencia de ambos. El quinto es Pragma, donde existe interés, control y la persona amada debe cumplir una serie de requisitos. Por último, Ágape es la forma cristiana del amor, donde sus elementos principales son la bondad, la paciencia, la entrega, el sacrificio y la comprensión.
     Rathus (2005) distingue entre encaprichamiento y amor verdadero. El encaprichamiento es un estado de intensa absorción o focalización en otra persona, que se acompaña con deseo sexual, excitación, euforia y emoción. Se idealiza en este estado a la pareja y no hay prudencia en sus actos. Con el paso del tiempo, tendría que surgir el amor verdadero, cuando ambos integrantes de la pareja se ven el uno al otro, con sus defectos y virtudes, de manera realista. Este estado trasciende la sexualidad, para ir acompañado de amor y cuidado mutuo.
     Sternberg (1986) propone la teoría triangular del amor, basado en tres principios: intimidad, pasión y compromiso. La intimidad es la experiencia de afecto hacia otra persona, que surge por la cercanía y el vínculo afectivo, el deseo de dar y recibir apoyo emocional.  La pasión es el intenso deseo sexual o romántico; y el compromiso es el mantenimiento de la relación en los buenos y malos momentos. Si respetan estos elementos, se supone que las parejas se encuentran compenetradas y que tendrán un buen futuro.
     La capacidad de dominio propio, como se había manifestado anteriormente, permite a los individuos tomar elecciones conscientes, centradas en sus necesidades. Por lo cual, las atracciones y relaciones de amor se tornarían más favorecedoras para la persona en un vínculo sano, en el que se desplieguen las potencialidades de ambos y crezcan juntos, en la calidez, el respeto y el amor verdadero. A las personas con dominio propio les movilizan más los sentimientos y la personalidad que una figura física para sentirse atraídos y hacer una elección de pareja. Porque esta virtud da al sujeto las herramientas para establecer relaciones más duraderas y cuidarse a sí mismo y al otro.

Tópico 6
Hablar sobre relaciones y comunicación
     Según la teoría del intercambio social, la evolución de una relación pone de manifiesto los intercambios sociales, las recompensas y los costes de mantener la relación como oposición a darla por terminada. Durante cada etapa, los factores positivos influyen en los miembros de la pareja para mantener y mejorar la relación, mientras que los factores negativos les influyen para dejarla y para que se deteriore.
     Las relaciones románticas se construyen en 5 etapas: atracción, construcción, continuación, deterioro y finalización. La atracción es la primera etapa, en la cual dos personas se sienten interesadas entre sí, encontrando al otro atractivo y seductor. Esta atracción, habíamos visto, puede ser por la apariencia física o por cuestiones relacionadas a lo intelectual o a las características de personalidad. En la etapa de construcción de la pareja, es muy importante el diálogo, comunicarse para conocerse mejor, para encontrar aspectos comunes y poner a prueba sus sentimientos de atracción. Se comienzan a revelar aspectos de sí mismos que puede resultar perjudicial  favorecedora para conocer al otro en profundidad.
     El contacto superficial es una fase de prueba en la construcción de una relación, en la cual las personas buscan antecedentes comunes y comprueban si existen sentimientos de atracción. Otra de las fases es la mutualidad, en la cual los miembros de la pareja pasan a considerarse a sí mismos como “nosotros” y se deja a un lado lo individual. Esta fase favorece la continuidad y la profundización en la relación e implica la interdependencia cognitiva. Otro aspecto de la construcción son los planes que se hacen a corto y largo plazo entre los dos, inclusive la necesidad y deseos de la pareja.
     La intimidad consiste en la conexión emocional con otra persona y el deseo de compartir los pensamientos y sentimientos más íntimos. Los sentimientos de intimidad y afecto crecen en las relaciones románticas. Asimismo, otro factor que influye en el afianzamiento de la pareja es el crecimiento cíclico mutuo, es decir, que ambos sienten la necesidad de avanzar por el mismo camino favoreciendo el compromiso, que promueve actos que mejoran la relación y se construye la confianza. Es importante decir que ambos deben crecer juntos, en sus proyectos personales y en los compartidos.
     El deterioro de una relación puede deberse a diferentes motivos. La relación comienza a fracasar cuando ya no se siente la misma gratificación que al principio y puede ir acompañado de infidelidad, celos, rechazo, agresión, indiferencia. Las parejas pueden responder al deterioro de forma activa o pasiva. La respuesta activa incluye hacer algo que puede mejorar la relación, como mayor comunicación, habilidades de negociación o ayuda profesional. La respuesta pasiva significa esperar que ocurra algo sin hacer nada, dejando que la relación se deteriore. Toda relación requiere tiempo y esfuerzo y que las dos partes sumen para resolver sus problemas.
     Cuando ya es tarde y el problema no pudo remediarse, llega la ruptura. Las relaciones terminan cuando los miembros de la pareja no se satisfacen en la afiliación, cuando no hay limitaciones que lo impidan o cuando hay otra persona disponible. Las razones más comunes suelen ser los celos y la falta de comunicación. Luego de la ruptura, hay que hacer el duelo por la relación finalizada; algunos sobrellevan bien la distancia y otros lo toman a mal, deprimiéndose o tomando una postura de acoso y violencia.
     Para que las relaciones no terminen con este final, una de las claves es la comunicación. Principalmente, la comunicación suele fallar en los temas ligados a la sexualidad, porque muchas veces aparece la vergüenza por determinados deseos o fantasías, lo que deja lugar al encierro y que los integrantes de la pareja no dialoguen sobre lo que sienten. Mediante la comunicación, las parejas aprenden sobre los deseos y las necesidades del otro y esto favorece a una mejora. Es importante hablar de temas conflictivos, de necesidades, de fantasías, de temores, realizar y recibir críticas, elogiar a la pareja, aclarar dudas, preguntar, opinar sobre distintos temas, negociar las diferencias y llegar juntos a la solución de los problemas.
     Tan importante como hablar es escuchar, darle el lugar al otro para que exponga sus emociones y sus pensamientos, en un clima cálido, sin disputas ni agresiones, siendo comprensivo y empático con la pareja, porque es la mejor forma de atravesar los conflictos y llegar a una buena determinación que dé pie a la continuidad de la relación y no su cierre.

Tópico 7
Hablar sobre técnicas sexuales y patrones de conducta en relación con el dominio propio
     La conducta sexual es lo que las personas realizan sexualmente solos o en compañía. Este comportamiento depende de su condición orgánica y de su capacidad de discernir, por lo cual es muy importante el desarrollo de la capacidad de dominio propio.
     El patrón sexual es un conjunto de características relativas al sexo que se realiza por un individuo de manera frecuente a lo largo de los años. Existen muchas formas de expresión sexual, cada individuo manifiesta una conducta determinada, de acuerdo a sus necesidades, deseos y a su historia personal.
     Una conducta sexual muy abordada es la masturbación que implica la estimulación directa de los genitales propios, acompañada de fantasía sexual. La masturbación no sólo se realiza para conseguir placer, sino para descargar la energía sexual contenida que la persona viene reprimiendo.
     Durante largo tiempo, se ha creído que la masturbación es perjudicial para el individuo; sin embargo, los especialistas la reconocen como una práctica común y que acompaña al acto sexual tradicional; aunque puede ser patológica si se vuelve crónica o reemplaza la actividad sexual con una pareja.
     Las parejas experimentan relaciones sexuales más satisfactorias cuando conocen las necesidades del otro y sus deseos, porque de esta forma, podrán disfrutar ambos de una sexualidad plena. Es aquí donde es importante la virtud del dominio propio, para conocerse a sí mismo y al otro, sabiendo qué es lo que se quiere y no se quiere hacer, de acuerdo a sus preferencias.
     Los prolegómenos son prácticas sexuales que reemplazan o complementan el coito, como los besos, los abrazos, las caricias, la estimulación de las zonas erógenas y el contacto oral-genital. Se trata de interacciones físicas estimulantes sexualmente que preparan el contexto para la relación. Las técnicas sexuales varían de acuerdo a la orientación sexual y a las preferencias de cada sujeto y de cada pareja.
     Durante el coito, también sobrevuelan las fantasías, que pueden ser con la misma pareja pero en diferentes situaciones o con otras personas. Las fantasías son comunes en toda pareja y favorecen la relación y la sexualidad.
     La primera relación sexual puede ser una experiencia de felicidad, placer, intimidad y satisfacción, o por el contrario ser la fuente de preocupaciones, incomodidad, decepción y culpa. El inicio temprano de las relaciones sexuales no debe ser un sinónimo de promiscuidad. Algunas veces, los adolescentes comienzan sus primeros contactos a temprana edad por curiosidad y otras veces por amor.

Tópico 8
¿Qué nos enseña la Biblia con relación a la sexualidad y el dominio propio?
     Las Escrituras indican que el placer sexual es un regalo que Dios otorga a las parejas casadas. Enseñan que él mismo creó dos géneros: macho y hembra, y que todo cuanto había creado llegó a ser muy bueno a su vista (Génesis 1:27, 31). Cuando unió en matrimonio a la primera pareja, les dijo que tendrían que llegar a ser una sola carne (Génesis 2:24). Eso significaba que todo matrimonio podría disfrutar de intimidad sexual y que estaría unido por un fuerte vínculo emocional.
    La Biblia describe así el placer que el matrimonio concede al esposo: “Regocíjate con la esposa de tu juventud. Que sus propios pechos te embriaguen a todo tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente” (Proverbios 5:18, 19).
     La Biblia dice: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4). Por tanto, los esposos deben ser fieles el uno al otro y fortalecer su sentido de compromiso. Para disfrutar a plenitud del matrimonio, lo más importante no es satisfacer los deseos propios, sino los del cónyuge. Ya lo dice la Biblia: “Hay más felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20:35).
     El dominio propio aparece varias veces en la Biblia. “Pero al disertar él sobre la justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix se llenó de temor y le dijo: ¡Vete por ahora! Cuando tenga un tiempo conveniente, te enviaré a llamar.” Hechos 24:25. “Pero si carecen de dominio propio, cásense; porque mejor es casarse que quemarse.” 1Corintios 7:9. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” 2Timoteo 1:7
     El dominio propio es una virtud que consiste en la capacidad para controlar los deseos y pasiones, equilibrar las acciones propias, lograr un equilibrio, conocerse a sí mismo y ser dueño de sus propias elecciones. También se utiliza el concepto de dominio propio para referirse a la moderación con que el cristiano debe desempeñarse en su vida, ligado especialmente a la comida, a la bebida y a la sexualidad. En este sentido, la Biblia ofrece un mensaje de tolerancia y de mesura ante la sexualidad. Según la Biblia, la sexualidad es un regalo de Dios que debe ser cuidado y esto es posible si la persona cuenta con el dominio propio.
     El dominio propio se logra con esfuerzo y dedicación, con la conciencia de lo que es bueno y malo para el ser humano y tener en cuenta la consecuencia de los actos.
     La Biblia alaba a los que pueden controlarse. Sólo Jesús tenía dominio propio, pero con el aprendizaje y la práctica, se puede alcanzar. “…Cultivar el dominio propio es labor de toda una vida, un proceso en el que a veces avanzamos dos pasos y retrocedemos uno. Requiere oración a medida que nos empeñamos en modificar aspectos que no se avienen a la Palabra de Dios. No obstante, cuanto más adoptamos una actitud clara contra nuestros pecados, más se fortalece nuestra voluntad…”[6]

Conclusión
     Teniendo en cuenta el desarrollo de los ocho tópicos, se infiere que el dominio propio es una capacidad necesaria a ser desarrollada por los cristianos, puesto que posibilita continuar en el camino correcto hacia el acercamiento a Dios, como también actuar con mesura tanto en la sexualidad como en otras prácticas humanas, tomando así mejores decisiones de manera libre y consciente.
     La sexualidad es un regalo que Dios ofrece a los casados y que debe ser cuidado como tal. La sexualidad no se refiere sólo al acto sexual en sí, sino que en la actualidad tiene un sentido más amplio, que ayuda a la intimidad y conexión de la pareja, enfocándose en el conocimiento de sí mismo y en la comunicación para conocer al otro. De esta forma se trasciende la atracción y el encaprichamiento y se lleva al verdadero amor.

Bibliografía
Amsterdam, P. (2017). Más como Jesús: Dominio propio. Rincón de los Directores. Disponible en: https://directors.tfionline.com/es/post/mas-como-jesus-dominio-propio/
Bridges, J. (1995). En pos de la santidad. Buenos Aires: Unilit.
Challies, T. (2017). Controla tu sexualidad. Disponible en: sdejesucristo.org/controla-tu-sexualidad/
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[1] Rathus, S.; Nevid, J. y Fichner-Rathus, L. (2005). Sexualidad humana. Madrid: Pearson Educación.
[2] Amsterdam, P. (2017). Más como Jesús: Dominio propio. Rincón de los Directores. Disponible en: https://directors.tfionline.com/es/post/mas-como-jesus-dominio-propio/

[3] Rathus, S.; Nevid, J. y Fichner-Rathus, L. (2005). Sexualidad humana. Madrid: Pearson Educación, p. 26.
[4] Challies, T. (2017). Controla tu sexualidad. Disponible en: sdejesucristo.org/controla-tu-sexualidad/
[5] Rathus, S.; Nevid, J. y Fichner-Rathus, L. (2005). Sexualidad humana. Madrid: Pearson Educación, p. 157.
[6] Challies, T. (2017). Controla tu sexualidad. Disponible en: sdejesucristo.org/controla-tu-sexualidad/

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