Central Christian University
Sexología y dominio propio
Alumno: Lic.Prof. Carlos Ariel Montenegro
Abril 2018
Índice
Introducción…………………………………………………………………………..3
Tópico
1………………………………………………………………………………4
Tópico
2………………………………………………………………………………5
Tópico
3………………………………………………………………………………7
Tópico
4………………………………………………………………………………9
Tópico
5……………………………………………………………………………..12
Tópico
6……………………………………………………………………………..14
Tópico
7……………………………………………………………………………..16
Tópico
8……………………………………………………………………………..18
Conclusión…………………………………………………………………………..19
Bibliografía…………………………………………………………………………..20
Introducción
El presente trabajo de investigación abordará
el tema de la sexualidad humana y conceptos que remiten a ésta, como la
excitación, el amor, las fuerzas vinculares, la comunicación y relaciones,
técnicas sexuales y patrones de conducta; asimismo, se definirá el dominio
propio, cuyo valor es imprescindible para controlar los apetitos sexuales y
mantener una sexualidad sana.
Es así que se desarrollarán ocho tópicos, donde
se dejará en claro la relación existente entre el dominio propio y la
sexualidad humana, desde la perspectiva psicológica y de la religión.
Para el mismo, se hará uso del libro
Sexualidad humana[1],
de Spencer Rathus y colaboradores, junto con bibliografía complementaria, llegando
a una conclusión acerca del aprendizaje fundamental del dominio propio para
aplicar en la vida y en la sexualidad, específicamente.
Tópico
1
¿Qué
se entiende por dominio propio?
El dominio propio es una virtud,
consistente en poder controlar nuestros actos, nuestras emociones y pasiones.
Es importante en la vida de las personas porque, si es bien utilizada, la
persona tendría la capacidad de elegir su vida como quiere vivirla, teniendo en
cuenta sus límites para no caer en peligros que podrían perjudicarla. Ante
situaciones de malestar, cuando el individuo puede sentirse dominado por el
odio, la agresión, siendo presa fácil de las tentaciones hacia actos indebidos;
el dominio propio le permitiría al sujeto controlar sus emociones,
tranquilizarse y pensar en las consecuencias de sus actos, tomando así la
decisión más correcta para su comportamiento.
Para un cristiano, no se trata sólo de
hacer las mejores elecciones para nuestro camino, sino tratar de no violar la
ley de Dios, resistiendo a las tentaciones. Toda acción comienza en la mente y tener
dominio propio implica tener control absoluto de nosotros mismos, “llevando cautivo todo pensamiento a la
obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).
El dominio propio es fundamental en la vida
de los seres humanos, para poder vivir sin rencor, sino alimentando el amor a
sí mismo, a Dios y a los semejantes; de esta forma, el sujeto que cuente con
dominio propio tendrá la oportunidad de alejarse del mal, buscando mejores
relaciones con los demás, buscando la paz en ámbitos conflictivos o ante
situaciones estresantes, colaborar con los otros, tolerar las diferencias y los
desatinos ajenos; principalmente, mantenerse fiel a Dios, mostrando
misericordia y amor.
Sostiene Amsterdam (2017) que el dominio
propio implica que los individuos deben controlar sus deseos y actuar con
moderación frente a los impulsos que surgen en su cotidianeidad; algunos de
ellos es mejor dejarlos a un lado y otros mesurarlos. Este autor argumenta en
base a la Biblia que parte de la tarea del cristiano para acercarse a Jesús es
adquirir la capacidad de control y dominio de las emociones y pasiones,
mediante otra virtud: la tolerancia.
“…Cada uno de nosotros tiene en su mente y
corazón elementos negativos con los que batalla, los cuales podemos limitar o
refrenar por medio de la gracia de Dios y con la ayuda del Espíritu Santo, al
igual que nuestra voluntad de ejercer autocontrol sobre ellos…”[2]
El dominio propio se vincula a una
fortaleza interior que capacita a los sujetos a tener autocontrol sobre sus
deseos y tener un buen juicio en cuanto a los pensamientos y emociones, actos y
elecciones de vida. Tener un sano juicio permite a la persona determinar la
forma correcta de actuar frente a las diferentes dificultades que suelen
emerger en el día a día; y el dominio propio le posibilita tener la fuerza
necesaria para enfrentar la situación eligiendo la opción más adecuada; porque
si bien el pensamiento puede dictar lo que está bien y lo que está mal, si la
persona no cuenta con ese dominio propio puede que no se lleve por lo que le
dicta su razón, sino su impulso, optando por el camino equivocado.
En este sentido, se admite una relación
entre el sano juicio y el dominio propio, siendo ambos imprescindibles para la
vida en sociedad. Según Bridges (1995), el dominio propio consiste en el empleo
de la fortaleza interior combinado con un buen criterio que nos posibilita
pensar, hacer y decir las cosas que agradan a Dios.
Tópico
2
¿Qué
es sexualidad humana?
La sexualidad es el conjunto de
condiciones que determinan el sexo del ser humano y del animal (macho o hembra,
hombre o mujer), de la misma forma que la sexualidad agrupa a la identidad de
género, las características anatómicas y culturales que se vinculan con cada
sexo. Desde el punto de vista cultural, la sexualidad es el conjunto de
fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a la búsqueda del
placer.
Según Rathus (2005), la sexualidad humana
determina la forma en que los individuos experimentan y se expresan como seres
sexuales.
La sexualidad es parte de la vida social; en
la antigüedad era considerada como un tabú, era un área de las ciencias
sociales hermética, que se limitaba a la clasificación de especies, la
sexualidad era comprendida como parte del instinto entre ambas partes. La
sociedad actual ha superado grandes tabúes relativos a la manera en la que se
comportan los seres humanos, también se ha dado libertad al pensamiento y a las
posibilidades de abrir nuevos horizontes a culturas antes prohibidas. El sexo es
ahora visto desde el punto de vista ético y moral, representando un punto
ecuánime en la ecuación de la vida.
Existen diferentes perspectivas acerca de
la sexualidad humana. Desde el punto de vista biológica, la sexualidad se
centra en las hormonas, genes y órganos sexuales, principalmente; y la misma
sirve para la reproducción. Desde la óptica evolucionista, se habla de
plasticidad erótica para dar cuenta que la sexualidad humana se expresa de
diferentes maneras, al tiempo que el control sexual se aborda en distintos
niveles. Es así que las mujeres varían su comportamiento sexual más que los hombres
y son más responsables en cuanto a la permisividad o restricción, mientras que
los varones son más coherentes que las mujeres con sus actitudes sexuales.
Por otra parte, desde el punto de vista
transcultural, la sexualidad es influida por las creencias culturales, las
cuales ya existían desde antes del nacimiento del sujeto y lo marcan a lo largo
de su vida, en forma de mensajes, educación, sermones. Desde la psicología, la
sexualidad humana es considerada de manera más amplia, centrándose en influencias
psicológicas que afectan el comportamiento sexual, así como experiencias
infantiles que pueden haber marcado al niño y trasladarse a su adultez en forma
de conflicto sexual.
Según Freud, la sexualidad humana existe
desde el nacimiento y se desarrolla en diferentes etapas a lo largo de la vida.
Cada una de estas etapas tiene una zona erógena, que es aquella zona del cuerpo
que produce placer en el sujeto. Se comienza con la etapa oral, cuya zona
erógena es la boca, y el niño disfruta en ella de la succión del pecho materno
como de otros elementos, llevándose objetos y los dedos a la boca como signo de
placer. La etapa que continúa es la anal, cuya zona erógena es el ano porque el
niño aprende a controlar sus esfínteres y disfruta jugando con sus heces y con
la práctica de contener y expulsar. La tercera es la etapa fálica, cuya zona
erógena son los genitales, ya que el niño descubre la diferencia entre el niño
y la niña, descubre su cuerpo y siente placer con su contacto. Luego de estas
etapas, cuando el niño ingresa en la escuela, surge un periodo de latencia, con
el nacimiento de diques anímicos como la vergüenza, el asco y la moralidad, por
lo cual ya no manifiestan externamente su sexualidad y no tienen zona erógena,
sino que subliman su placer en actividades aceptadas socialmente, como el
estudio y el deporte. Ya llegado a la pubertad, el niño entra en la última
etapa, que es la genital, donde ya está preparado para comenzar su vida sexual
y hacer una elección de objeto.
Por otra parte, “…las teorías psicológicas
pusieron de manifiesto que la sexualidad está influida por las recompensas, los
castigos y los procesos mentales como la fantasía, los pensamientos, las actitudes
y las expectativas…”[3] de
esta forma, podemos decir que la sexualidad está influida por diversos factores
que determinan el comportamiento sexual. La vida sexual adulta está influida
por la educación y las experiencias en la infancia y la adolescencia.
La sexualidad humana es una función
compleja, que se puede manifestar de muchas formas en las personas y va
evolucionando con el tiempo en las diferentes etapas de la vida. En la
actualidad, se considera que la sexualidad no sólo es una función para la
reproducción, sino también un intercambio de amor y una comunicación entre las
parejas.
En el ser humano, la sexualidad ha pasado
de ser una manifestación sólo instintiva y al servicio de la reproducción, para
enriquecerse con nuevos comportamientos, ligados a la intimidad, la
afectividad, la elección de pareja, los cuidados, el amor y el placer. Es así
que la capacidad de procrear ha pasado de ser un instinto natural a una
elección profunda y consciente de cada pareja.
Tópico
3
¿Por
qué es importante la combinación de dominio propio y sexualidad?
Challies (2017) expresa que el mundo
actual está dominado por la incontinencia sexual, puesto que la expresión
sexual y el placer carnal se consideran derechos incuestionables. A los niños
que no tienen la edad suficiente para comprender sus cuerpos se les anima a
explorar, lo cual se vincula con la óptica psicológica, especialmente la de
Freud. “…Desde una edad temprana, a los niños se les enseña que cualquier cosa
consensuada debe ser ética y que reprimir el deseo sexual es mucho más dañino
que expresarlo. A los adolescentes se les dice que la abstinencia es pasada de
moda y que cualquier expresión sexual es un juego justo siempre que ellos usen
protección…”[4]
Tomando en consideración este panorama en
el cual se celebra la sexualidad sin consciencia y sin cuidados, es importante
vincular la sexualidad con el dominio propio, intentando fomentar,
principalmente en los jóvenes que aún se están formando, el cuidado y respeto
por su propio cuerpo, la capacidad de elegir un objeto de amor y de deseo
dejando a un lado la promiscuidad.
El dominio propio es una virtud de belleza
poco común, el resultado prometido de una relación con Dios (Challies, 2017). “Más el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio”
(Gálatas 5:22-23). El dominio propio es la clave de lo que es bueno y
satisfactorio, ya que aleja al individuo de las tentaciones y lo dirige hacia
las fuentes de los placeres más elevados. Estos placeres, lejos de la
sexualidad promiscua, se acercan al amor, a las relaciones y la comunicación,
al control de los impulsos y pasiones vacuas, para alcanzar por el contrario
una relación afectiva más plena y consciente.
Desde el punto de vista religioso, Dios es
el creador del don de la sexualidad y el que ha definido su propósito y ha
determinado sus límites. Por lo cual, hay que hacer uso de ella con respeto y
amor. Cuidar ese don que Dios regaló a los hombres y mujeres para el fin de la
reproducción.
Si bien en la actualidad, la sexualidad es
percibida de forma más amplia y no sólo con el fin reproductivo; ésta debe ser
respetada y aplicarse con cuidado y consideración para evitar caer en placeres
que no llevan a nada o consecuencias indeseadas.
El dominio propio es útil para aplicar en
el tema de la sexualidad humana porque permite tener mayor conocimiento de uno
mismo y su cuerpo, de las relaciones con los demás y de las decisiones que
pueden afectar su vida. Posibilita tener control de las pasiones y apetitos
sexuales para evitar complicaciones que pudieran afectar a la salud física,
emocional y espiritual.
A su vez, el dominio propio ayuda a las
personas a decidir sin coacción, a tener relaciones sexuales sin violencia y
disfrutar de la sexualidad no sólo pensado como acto sexual, sino como compañía
afectiva y amor. La educación sexual es necesaria para fomentar esa capacidad
en los más jóvenes y que sus vidas obtengan un sentido diferente.
El individuo que tenga dominio propio
tomará sus decisiones en base al respeto a sí mismo y a los demás. La persona
que no puede rechazar una oferta sexual o que no se siente a gusto con su
cuerpo o sexualidad, entonces tampoco tendrá mucho para dar en la relación
sentimental con su pareja.
En épocas donde se habla mucho acerca de
los abusos sexuales, el dominio propio permitiría no acercarse a desconocidos y
cuidar su cuerpo, intentando que su cuerpo no sea objeto de deseo como un
regalo para cualquiera, sino que sea percibido como un tesoro que es necesario
proteger para disfrutarlo con plenitud y conciencia.
En la actualidad, también se debate sobre
el tema del aborto, y el dominio propio posibilita a las mujeres a decidir
tener relaciones sin su consentimiento, de cuidar su cuerpo para no engendrar
niños no deseados y tomar las decisiones equivocadas. La fortaleza de quien
domina su sexualidad le permite elegir sabiamente, conocer su cuerpo, tener los
recaudos necesarios para evitar consecuencias indebidas y mantener relaciones
saludables en base a una sexualidad segura y plena.
Tópico
4
Hablar
sobre la excitación, respuesta humana y dominio propio
El mecanismo de la sexualidad se basa en
mecanismos fisiológicos muy precisos. Tanto en el hombre como en la mujer,
cuando se produce la respuesta a un estímulo sexual, tienen lugar una serie de
fenómenos que preparan al cuerpo masculino y femenino para el acto sexual.
La respuesta sexual se caracteriza por una
sucesión de cambios fisiológicos, sobre todo en los genitales: a la fase
inicial de excitación, durante la cual se modifican los órganos genitales, le
sigue la de máximo placer y el proceso termina con la vuelta del cuerpo al
estado de reposo.
Al respecto, Master y Johnson desarrollan
las cuatro fases de la respuesta sexual humana. La primera de ellas es la fase
de excitación en la cual se produce la erección en el hombre y la lubricación
vaginal en la mujer. La piel puede adquirir un rubor sexual en esta fase, que
consiste en un sarpullido rojizo que aparece en el pecho. Luego, continúa una
fase de meseta que se caracteriza por el aumento de la vasocongestión, de la
tensión muscular, del ritmo cardíaco y la tensión arterial, preparando al
cuerpo para el orgasmo. La tercera es la fase orgásmica. En el varón, esta fase
tiene dos estadios: a) se contraen los conductos deferentes, las vesículas
seminales, el conducto eyaculatorio y la próstata; b) el esfínter externo de la
vejiga se relaja, permitiendo el paso del semen. Las sensaciones de placer se
relacionan con la fuerza de las contracciones y la cantidad de fluido seminal.
En la mujer, el orgasmo se produce debido a contracciones de los músculos
pélvicos que rodean el cuerpo de la vagina. La cuarta y última fase es la de
resolución; el hombre pierde la erección en dos fases y los testículos y el
escroto vuelven a su tamaño normal, mientras que en la mujer disminuye la
hinchazón de los pezones y el rubor sexual, el clítoris vuelve a su tamaño
normal.
El periodo refractario es el periodo de
tiempo que sigue a la respuesta (por ejemplo, orgasmo), durante el cual la
persona no es sensible a los estímulos sexuales.
Tras la excitación que nace en la pareja
como consecuencia del contacto corporal, en los órganos sexuales se producen
ciertas alteraciones: aumentan el tamaño del pene, su rigidez y dureza (erección)
y la vagina se lubrifica y se dilata. Los estímulos sexuales más corrientes son
visuales y táctiles, además de un ambiente especial, ciertos olores, palabras y
sensaciones que llevan a la excitación.
La excitación en la mujer se produce por
el aumento de flujo de sangre en los órganos genitales, causando la secreción
del líquido vaginal y el aumento de la sensibilidad en la entrada. Esta
excitación suele producirse a causa del frotamiento del clítoris y otras zonas
del cuerpo. En el hombre, la excitación se manifiesta por la erección, que se
debe también al aumento del flujo de sangre en el pene. La erección es un acto
reflejo nervioso ante un estímulo sexual físico o psíquico, que no depende de
la voluntad, pero una vez alcanzada el hombre la puede mantener durante algún
tiempo.
La excitación se manifiesta en las zonas
erógenas, las cuales son partes del cuerpo especialmente sensibles a la
estimulación sexual táctil. Hay zonas erógenas primarias y secundarias. Las
primarias son particularmente sensibles porque a ellas llegan gran cantidad de
terminaciones nerviosas. Las secundarias se vuelven eróticamente sensibles a
través de la experiencia.
Asimismo, se podría decir que la
excitación está vinculada a las feromonas, sustancias químicas que son enviadas
al hipotálamo, donde podría afectar la respuesta sexual. Esta sustancia
incrementa el atractivo sexual. Las hormonas sexuales tienen efectos
organizadores y activadores sobre la conducta, ejercen una influencia en el tipo
de conducta que se expresa, la frecuencia o intensidad del impulso que motiva
la conducta y la habilidad para llevar a cabo esa conducta. Las hormonas
sexuales predisponen a las personas a tener conductas estereotipadas masculinas
o femeninas (un efecto organizador). También facilitan la respuesta sexual e
influyen en el deseo sexual (efectos activadores).
La estimulación genital directa puede
activar reflejos en la médula espinal que producen la erección en el hombre y la
lubricación vaginal en la mujer sin la intervención directa del cerebro. Sin
embargo, los mismos reflejos pueden ser activados por la estimulación que se
origina en el cerebro en forma de recuerdos eróticos, fantasías, imágenes y
pensamientos. El cerebro también puede inhibir la sensibilidad sexual, como
cuando se experimenta culpa o ansiedad en una situación sexual.
Las diferentes zonas del cerebro, en
especial la corteza cerebral y el sistema límbico, juegan papeles clave en el
funcionamiento sexual. Las células del córtex cerebral transmiten mensajes
cuando el individuo experimenta pensamientos sexuales, imágenes, deseos, fantasías,
etc. Las células del córtex cerebral interpretan la información sensorial como
activadores o inhibidores sexuales. Asimismo, transmiten mensajes a través de
la médula espinal que envían sangre rápidamente a los genitales, provocando la
erección o la lubricación vaginal. El córtex también permite los juicios
morales y la evaluación de la conducta sexual, juzgando si la conducta sexual
es apropiada o inapropiada, moral o inmoral, si es fuente de relajación o de
ansiedad.
El sistema límbico también juega un papel
en los procesos sexuales, sin embargo, las personas están influidas por lo
aprendido, por las fantasías y los valores, además de por la simple estimulación
del cerebro (o de la médula espinal).
En este sentido, el dominio propio
ayudaría a esta función del córtex, discriminando entre las respuestas sexuales
que perjudican la vida de las personas y las que no. Esta capacidad podría
regular las excitaciones, si bien éstas no son voluntarias, pero permite que
las personas puedan manejar su respuesta sexual frente a los estímulos
excitantes que tenga enfrente. La respuesta humana es biológica, pero también
depende de la educación y la experiencia, por lo tanto, se puede pensar que el
dominio propio beneficiaría al individuo en cuanto puede dar una respuesta
cercana a sus deseos e inclinaciones, pero sujeto a la voluntad y al poder de
decidir libremente lo que le parece más adecuado o no para su experiencia
sexual.
Tópico
5
Hablar
sobre atracción y amor, fuerzas vinculares y dominio propio
Los sentimientos de atracción son fuerzas
psicológicas que atraen a las personas. Muchos factores influyen en la
atracción personal: la apariencia física es uno de ellos. Sin embargo, a otras
personas puede atraerles la inteligencia, la sinceridad, la bondad y otras
características que forman parte de la personalidad.
El atractivo físico es determinante en la
atracción interpersonal y sexual, siendo para muchas personas el factor clave a
la hora de elegir una pareja. En la sociedad actual, en la cual abundan los
personajes públicos que muestran sus cuerpos esculturales y donde se suele
privilegiar el consumo de alimentos y suplementos del cuidado del cuerpo, la
apariencia física llega a ser muy importante en la atracción. Sin embargo, no
es el único factor que despierta atractivo. Las mujeres suelen sentirse
atraídas por los hombres socialmente influyentes, extrovertidos y expresivos.
“…Aunque las cualidades personales pueden
tener un rol más importante en la determinación de las preferencias por una pareja,
en las relaciones a largo plazo, el atractivo físico probablemente juega un
papel de filtro…”[5]
Según Nevid, las mujeres dan más
importancia al ingreso, el status profesional, la expresividad, la amabilidad,
la consideración, la confianza y el cariño por los niños. Mientras que los
hombres se sienten más atraídos por el atractivo físico, la juventud, la
habilidad para cocinar y la frugalidad. Estos rasgos son determinantes para la
elección de una pareja.
Por otro lado, existe la perspectiva de la
hipótesis del emparejamiento, que consiste en que las personas desarrollan
relaciones románticas con personas similares a ellas en atractivo, no sólo
físico, sino también en base a la inteligencia y a la personalidad. Otro
criterio de atracción y elección de pareja es la reciprocidad, porque el
individuo tiende a acercarse y a ser más cálido con personas con intereses y
características similares.
La atracción puede llevar a sentimientos
amorosos. El amor de pareja es un sentimiento, un estado estable de
satisfacción por permanecer con la persona elegida. Ese sentimiento guía los
pensamientos y las conductas dentro de la relación. Una pareja estable que se
ama, experimenta emociones intensas hacia el otro (deseo, entusiasmo, ilusión),
pero lo habitual es que sienta confianza, admiración, armonía, orgullo y
bienestar al pensar en el ser amado.
Existen diversas razones por las que una
pareja se une y permanece unida una vez pasada la etapa del enamoramiento. John
Alan Lee ha teorizado que toda persona tiene tres necesidades básicas que
requieren de satisfacción: compañía, recreo y pasión. Basándose en ellas, ha
diferenciado seis tipos de amor.
El primero de ellos es Eros, el amor
basado en el componente erótico, se inicia y se desvanece de forma rápida,
porque sólo los une lo sexual. El segundo tipo de amor es Storge, desencadenado
por el afecto, la simpatía mutua y la amistad, teniendo una relación tranquila,
estable y sólida. El tercer tipo es Ludus, donde se prioriza la diversión, la
capacidad de sorprenderse y de entusiasmarse, pero es un amor que carece de
solidez. El cuarto es Manía, relación apasionada, intensa que se vive con
absoluta exigencia de ambos. El quinto es Pragma, donde existe interés, control
y la persona amada debe cumplir una serie de requisitos. Por último, Ágape es
la forma cristiana del amor, donde sus elementos principales son la bondad, la
paciencia, la entrega, el sacrificio y la comprensión.
Rathus (2005) distingue entre
encaprichamiento y amor verdadero. El encaprichamiento es un estado de intensa
absorción o focalización en otra persona, que se acompaña con deseo sexual,
excitación, euforia y emoción. Se idealiza en este estado a la pareja y no hay
prudencia en sus actos. Con el paso del tiempo, tendría que surgir el amor
verdadero, cuando ambos integrantes de la pareja se ven el uno al otro, con sus
defectos y virtudes, de manera realista. Este estado trasciende la sexualidad,
para ir acompañado de amor y cuidado mutuo.
Sternberg (1986) propone la teoría
triangular del amor, basado en tres principios: intimidad, pasión y compromiso.
La intimidad es la experiencia de afecto hacia otra persona, que surge por la
cercanía y el vínculo afectivo, el deseo de dar y recibir apoyo emocional. La pasión es el intenso deseo sexual o
romántico; y el compromiso es el mantenimiento de la relación en los buenos y
malos momentos. Si respetan estos elementos, se supone que las parejas se
encuentran compenetradas y que tendrán un buen futuro.
La capacidad de dominio propio, como se
había manifestado anteriormente, permite a los individuos tomar elecciones
conscientes, centradas en sus necesidades. Por lo cual, las atracciones y
relaciones de amor se tornarían más favorecedoras para la persona en un vínculo
sano, en el que se desplieguen las potencialidades de ambos y crezcan juntos,
en la calidez, el respeto y el amor verdadero. A las personas con dominio
propio les movilizan más los sentimientos y la personalidad que una figura
física para sentirse atraídos y hacer una elección de pareja. Porque esta
virtud da al sujeto las herramientas para establecer relaciones más duraderas y
cuidarse a sí mismo y al otro.
Tópico
6
Hablar
sobre relaciones y comunicación
Según la teoría del intercambio social, la
evolución de una relación pone de manifiesto los intercambios sociales, las
recompensas y los costes de mantener la relación como oposición a darla por
terminada. Durante cada etapa, los factores positivos influyen en los miembros
de la pareja para mantener y mejorar la relación, mientras que los factores
negativos les influyen para dejarla y para que se deteriore.
Las relaciones románticas se construyen en
5 etapas: atracción, construcción, continuación, deterioro y finalización. La
atracción es la primera etapa, en la cual dos personas se sienten interesadas
entre sí, encontrando al otro atractivo y seductor. Esta atracción, habíamos
visto, puede ser por la apariencia física o por cuestiones relacionadas a lo
intelectual o a las características de personalidad. En la etapa de
construcción de la pareja, es muy importante el diálogo, comunicarse para
conocerse mejor, para encontrar aspectos comunes y poner a prueba sus
sentimientos de atracción. Se comienzan a revelar aspectos de sí mismos que
puede resultar perjudicial favorecedora
para conocer al otro en profundidad.
El contacto superficial es una fase de prueba
en la construcción de una relación, en la cual las personas buscan antecedentes
comunes y comprueban si existen sentimientos de atracción. Otra de las fases es
la mutualidad, en la cual los miembros de la pareja pasan a considerarse a sí
mismos como “nosotros” y se deja a un lado lo individual. Esta fase favorece la
continuidad y la profundización en la relación e implica la interdependencia
cognitiva. Otro aspecto de la construcción son los planes que se hacen a corto
y largo plazo entre los dos, inclusive la necesidad y deseos de la pareja.
La intimidad consiste en la conexión
emocional con otra persona y el deseo de compartir los pensamientos y
sentimientos más íntimos. Los sentimientos de intimidad y afecto crecen en las
relaciones románticas. Asimismo, otro factor que influye en el afianzamiento de
la pareja es el crecimiento cíclico mutuo, es decir, que ambos sienten la
necesidad de avanzar por el mismo camino favoreciendo el compromiso, que
promueve actos que mejoran la relación y se construye la confianza. Es
importante decir que ambos deben crecer juntos, en sus proyectos personales y
en los compartidos.
El deterioro de una relación puede deberse
a diferentes motivos. La relación comienza a fracasar cuando ya no se siente la
misma gratificación que al principio y puede ir acompañado de infidelidad,
celos, rechazo, agresión, indiferencia. Las parejas pueden responder al
deterioro de forma activa o pasiva. La respuesta activa incluye hacer algo que
puede mejorar la relación, como mayor comunicación, habilidades de negociación
o ayuda profesional. La respuesta pasiva significa esperar que ocurra algo sin
hacer nada, dejando que la relación se deteriore. Toda relación requiere tiempo
y esfuerzo y que las dos partes sumen para resolver sus problemas.
Cuando ya es tarde y el problema no pudo
remediarse, llega la ruptura. Las relaciones terminan cuando los miembros de la
pareja no se satisfacen en la afiliación, cuando no hay limitaciones que lo
impidan o cuando hay otra persona disponible. Las razones más comunes suelen
ser los celos y la falta de comunicación. Luego de la ruptura, hay que hacer el
duelo por la relación finalizada; algunos sobrellevan bien la distancia y otros
lo toman a mal, deprimiéndose o tomando una postura de acoso y violencia.
Para que las relaciones no terminen con
este final, una de las claves es la comunicación. Principalmente, la
comunicación suele fallar en los temas ligados a la sexualidad, porque muchas
veces aparece la vergüenza por determinados deseos o fantasías, lo que deja
lugar al encierro y que los integrantes de la pareja no dialoguen sobre lo que
sienten. Mediante la comunicación, las parejas aprenden sobre los deseos y las
necesidades del otro y esto favorece a una mejora. Es importante hablar de temas
conflictivos, de necesidades, de fantasías, de temores, realizar y recibir
críticas, elogiar a la pareja, aclarar dudas, preguntar, opinar sobre distintos
temas, negociar las diferencias y llegar juntos a la solución de los problemas.
Tan importante como hablar es escuchar,
darle el lugar al otro para que exponga sus emociones y sus pensamientos, en un
clima cálido, sin disputas ni agresiones, siendo comprensivo y empático con la
pareja, porque es la mejor forma de atravesar los conflictos y llegar a una
buena determinación que dé pie a la continuidad de la relación y no su cierre.
Tópico
7
Hablar
sobre técnicas sexuales y patrones de conducta en relación con el dominio
propio
La conducta sexual es lo que las personas
realizan sexualmente solos o en compañía. Este comportamiento depende de su
condición orgánica y de su capacidad de discernir, por lo cual es muy
importante el desarrollo de la capacidad de dominio propio.
El
patrón sexual es un conjunto de características relativas al sexo que se
realiza por un individuo de manera frecuente a lo largo de los años. Existen
muchas formas de expresión sexual, cada individuo manifiesta una conducta
determinada, de acuerdo a sus necesidades, deseos y a su historia personal.
Una conducta sexual muy abordada es la
masturbación que implica la estimulación directa de los genitales propios,
acompañada de fantasía sexual. La masturbación no sólo se realiza para
conseguir placer, sino para descargar la energía sexual contenida que la
persona viene reprimiendo.
Durante largo tiempo, se ha creído que la
masturbación es perjudicial para el individuo; sin embargo, los especialistas
la reconocen como una práctica común y que acompaña al acto sexual tradicional;
aunque puede ser patológica si se vuelve crónica o reemplaza la actividad
sexual con una pareja.
Las parejas experimentan relaciones
sexuales más satisfactorias cuando conocen las necesidades del otro y sus
deseos, porque de esta forma, podrán disfrutar ambos de una sexualidad plena.
Es aquí donde es importante la virtud del dominio propio, para conocerse a sí
mismo y al otro, sabiendo qué es lo que se quiere y no se quiere hacer, de
acuerdo a sus preferencias.
Los prolegómenos son prácticas sexuales
que reemplazan o complementan el coito, como los besos, los abrazos, las
caricias, la estimulación de las zonas erógenas y el contacto oral-genital. Se
trata de interacciones físicas estimulantes sexualmente que preparan el
contexto para la relación. Las técnicas sexuales varían de acuerdo a la
orientación sexual y a las preferencias de cada sujeto y de cada pareja.
Durante el coito, también sobrevuelan las
fantasías, que pueden ser con la misma pareja pero en diferentes situaciones o
con otras personas. Las fantasías son comunes en toda pareja y favorecen la
relación y la sexualidad.
La primera relación
sexual puede ser una experiencia de felicidad, placer, intimidad y
satisfacción, o por el contrario ser la fuente de preocupaciones, incomodidad,
decepción y culpa. El inicio temprano de las relaciones sexuales no debe ser un
sinónimo de promiscuidad. Algunas veces, los adolescentes comienzan sus
primeros contactos a temprana edad por curiosidad y otras veces por amor.
Tópico
8
¿Qué
nos enseña la Biblia con relación a la sexualidad y el dominio propio?
Las Escrituras indican que el placer
sexual es un regalo que Dios otorga a las parejas casadas. Enseñan que él mismo
creó dos géneros: macho y hembra, y que todo cuanto había creado llegó a ser
muy bueno a su vista (Génesis 1:27, 31). Cuando unió en matrimonio a la primera
pareja, les dijo que tendrían que llegar a ser una sola carne (Génesis 2:24).
Eso significaba que todo matrimonio podría disfrutar de intimidad sexual y que
estaría unido por un fuerte vínculo emocional.
La Biblia describe así el placer que el
matrimonio concede al esposo: “Regocíjate
con la esposa de tu juventud. Que sus propios pechos te embriaguen a todo
tiempo. Con su amor estés en un éxtasis constantemente” (Proverbios 5:18,
19).
La Biblia dice: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea
sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”
(Hebreos 13:4). Por tanto, los esposos deben ser fieles el uno al otro y
fortalecer su sentido de compromiso. Para disfrutar a plenitud del matrimonio,
lo más importante no es satisfacer los deseos propios, sino los del cónyuge. Ya
lo dice la Biblia: “Hay más felicidad en
dar que en recibir” (Hechos 20:35).
El dominio propio aparece varias veces en
la Biblia. “Pero al disertar él sobre la
justicia, el dominio propio y el juicio venidero, Félix se llenó de temor y le
dijo: ¡Vete por ahora! Cuando tenga un tiempo conveniente, te enviaré a llamar.”
Hechos 24:25. “Pero si carecen de dominio
propio, cásense; porque mejor es casarse que quemarse.” 1Corintios 7:9. “Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.” 2Timoteo 1:7
El dominio propio es una virtud que
consiste en la capacidad para controlar los deseos y pasiones, equilibrar las
acciones propias, lograr un equilibrio, conocerse a sí mismo y ser dueño de sus
propias elecciones. También se utiliza el concepto de dominio propio para
referirse a la moderación con que el cristiano debe desempeñarse en su vida,
ligado especialmente a la comida, a la bebida y a la sexualidad. En este
sentido, la Biblia ofrece un mensaje de tolerancia y de mesura ante la
sexualidad. Según la Biblia, la sexualidad es un regalo de Dios que debe ser
cuidado y esto es posible si la persona cuenta con el dominio propio.
El dominio propio se logra con esfuerzo y
dedicación, con la conciencia de lo que es bueno y malo para el ser humano y
tener en cuenta la consecuencia de los actos.
La Biblia alaba a los que pueden
controlarse. Sólo Jesús tenía dominio propio, pero con el aprendizaje y la
práctica, se puede alcanzar. “…Cultivar el dominio propio es labor de toda una
vida, un proceso en el que a veces avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.
Requiere oración a medida que nos empeñamos en modificar aspectos que no se
avienen a la Palabra de Dios. No obstante, cuanto más adoptamos una actitud
clara contra nuestros pecados, más se fortalece nuestra voluntad…”[6]
Conclusión
Teniendo en cuenta el desarrollo de los
ocho tópicos, se infiere que el dominio propio es una capacidad necesaria a ser
desarrollada por los cristianos, puesto que posibilita continuar en el camino
correcto hacia el acercamiento a Dios, como también actuar con mesura tanto en
la sexualidad como en otras prácticas humanas, tomando así mejores decisiones
de manera libre y consciente.
La sexualidad es un regalo que Dios ofrece
a los casados y que debe ser cuidado como tal. La sexualidad no se refiere sólo
al acto sexual en sí, sino que en la actualidad tiene un sentido más amplio,
que ayuda a la intimidad y conexión de la pareja, enfocándose en el
conocimiento de sí mismo y en la comunicación para conocer al otro. De esta
forma se trasciende la atracción y el encaprichamiento y se lleva al verdadero
amor.
Bibliografía
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Rincón de los Directores. Disponible en: https://directors.tfionline.com/es/post/mas-como-jesus-dominio-propio/
Bridges,
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Challies,
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Martí, J. y Lasheras Pérez, M. G. Enciclopedia
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[2] Amsterdam, P. (2017). Más como Jesús: Dominio propio. Rincón de los
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[3] Rathus, S.; Nevid, J. y
Fichner-Rathus, L. (2005). Sexualidad humana. Madrid: Pearson
Educación, p. 26.
[4] Challies, T. (2017). Controla
tu sexualidad. Disponible en: sdejesucristo.org/controla-tu-sexualidad/
[5] Rathus, S.; Nevid, J. y
Fichner-Rathus, L. (2005). Sexualidad humana. Madrid: Pearson
Educación, p. 157.
[6] Challies, T. (2017). Controla
tu sexualidad. Disponible en: sdejesucristo.org/controla-tu-sexualidad/
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